¿Y si tu propósito no es hacer, sino ser?

**¿Y si tu propósito es simplemente ser, no hacer?**

Vivimos en un mundo que constantemente nos empuja hacia la acción. Desde la primera luz del día hasta el último parpadeo de la noche, nos sentimos obligados a llenar nuestros pasos con logros. Sin embargo, en este constante bullicio, olvidamos la simple y esencial idea de que, a veces, nuestro propósito más profundo reside no en el hacer, sino en el ser. ¿Qué tal si nos detenemos un momento para explorar esta posibilidad?

**El arte de respirar con presencia**

Imagina que eres un árbol en medio del bosque. Las estaciones pasan, las hojas caen y florecen. El viento danza en tus ramas y la lluvia te nutre. Como un árbol, tu esencia no se define por lo que haces, sino por el simple hecho de ser: ser un refugio, una conexión viva entre el cielo y la tierra. De igual manera, nuestra presencia en el mundo ofrece un tipo de belleza ilimitada, un recordatorio constante de que nuestra verdadera fuerza radica en existir plenamente, tan naturalmente como respirar.

**Escuchar el latido del presente**

Alejarnos del hacer compulsivo nos permite escuchar el suave latido del presente. Piensa en el sonido del agua corriendo por un río; no se apresura hacia su destino final. En cambio, fluye con gracia, aceptando cada piedra en su camino como parte de su viaje. Así es también con nosotros. Al sintonizarnos con el momento presente, encontramos serenidad. Descubrimos que nuestro valor no reside en lo que logramos, sino en cómo experimentamos cada pequeño instante, en cómo nos permitimos ser parte del canto universal de la existencia.

**El poder enraizado en la aceptación**

En esta aceptación del ser, emerge un inmenso poder. Uno que nace del amor propio y de la compasión hacia lo que somos. Observa una flor silvestre. Crece en el lugar que ha elegido el viento, ni más alta ni más pequeña de lo que debería. Vive completa bajo el sol y la lluvia, sin buscar nada más. Comenzar a valorarnos tal como somos, desvinculados de nuestras acciones, es un acto revolucionario; es abrazar nuestro espíritu con completa aceptación.

**Ser como una vela en la oscuridad**

La luz de una vela es suave, no transforma la noche en día, pero trae consigo esperanza y calma. Al conectar con nuestro ser interior, nos convertimos en esa luz. En la vastedad de nuestras vidas, somos guías para nosotros mismos y para quienes nos rodean, no a través de grandes hazañas, sino emanando una paz genuina que irradia desde nuestro centro alma.

Reflexionando sobre estas ideas, te invito a contemplar cómo puedes integrar la esencia del ser en tu vida diaria. Permítete momentos de quietud, donde no haces, sino simplemente eres. Escucha el susurro de tu corazón. Reposa en el silencio del ahora y descubre la plenitud que yace allí, esperando ser revelada.

Recuerda que eres suficiente, no por lo que haces, sino por ser quien eres. Al vivir en esta verdad, encuentras la libertad de experimentar el mundo en toda su profundidad y maravilla.

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